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Publish on 13-05-2021
Start date: 13-05-2021
End date: 13-05-2021
«El año pasado fue un buen año; nos ha ido bien a pesar de la pandemia», dice Ferran Solanes, socio de la cooperativa Socarel.coop, formada por cuatro jóvenes tarraconenses, amigos desde la infancia, que se dedican a la agricultura ecológica.
El camino de la empresa comenzó como sociedad mercantil, pero el año pasado decidieron transformarse en cooperativa «por ideales, porque las decisiones se toman entre todos los socios y también porque vimos que era la manera de tener una empresa saneada. Estamos contentos», declara.
La cooperativa tiene dos hectáreas en Bràfim y gestiona, además, 1.300 olivos. Se ocupan de todo el proceso, desde el trabajo en el campo hasta la distribución de los productos en la puerta de sus clientes, tanto restaurantes como particulares. «Desde la semilla al consumidor», dice.
El año pasado, además de sus frutas y verduras, ayudaron a otros productores y artesanos locales a colocar sus productos en el mercado en medio de una situación complicada por el cierre de la hostelería. Los consumidores reaccionaron muy bien. «La gente se volcó, está mucho más concienciada de lo que supone consumir productos de kilómetro cero», señala.
Y pone como ejemplo que antes de la pandemia entregaban unas 30 cestas semanales de productos, durante el confinamiento llegaron a 100 y ahora se han mantenido en unas 60. Creen que ha sido clave el asesoramiento que les han dado en CoopCamp, desde lo que se refiere a cómo buscar financiación hasta la forma de posicionarse en internet.
Más resistencia a la adversidad
El Ateneu Cooperatiu del Camp de Tarragona, CoopCamp, es uno de los 14 ateneos impulsados por el Departament de Treball, Afers Socials i Famílies de la Generalitat de Catalunya. Tais Bastida, técnico de la entidad pública, explica que el caso de Socarel no es único, porque pese a que las cooperativas, como todas las empresas, están sufriendo con la pandemia, han demostrado resistir mejor a la crisis. Una de las pruebas, señala, es que de todas las cooperativas que acompañan en el territorio ninguna cerró, ni siquiera las de los sectores más afectados.
Cristina Rodríguez, Júlia Abelló, Núria Loras y Annelie Bäder de la cooperativa tarraconense El Far. foto: cedida
Pero si en algo son fuertes las cooperativas durante las crisis es en la conservación de los puestos de trabajo. «Su objetivo principal es la creación de empleo, por lo que es más fácil que entre los socios decidan trabajar menos o bajarse el sueldo en lugar de echar a gente... No pensarían, por ejemplo, en deslocalizar la producción y llevarla a otro sitio donde es más barato», explica, a la par que recuerda que las cooperativas están fiscalmente protegidas porque tributan a la mitad.
Pese a las condiciones adversas el año pasado desde CoopCamp asesoraron 153 proyectos en el Camp de Tarragona que generaron la creación de 8 nuevas cooperativas y permitieron crear 43 puestos de trabajo directos.
Eso sí, por las condiciones adversas, muchos proyectos que ya estaban casi a punto se han quedado en suspenso a la espera de que mejore la situación sanitaria, como una cooperativa de servicios turísticos que ya se ha constituido y que comenzará a trabajar apenas se pueda.
En la mayor parte de los casos las personas que deciden montar una cooperativa tienen entre 30 y 40 años y ya han trabajado en otras empresas. No obstante, hay de todo, como los jóvenes que montaron l’Alkimista, un restaurante de Reus que se fundó en 2019 y justo el año pasado tuvo que ampliar su plantilla para poder asumir el volumen de trabajo. Los socios lo montaron justo después de acabar sus estudios en restauración.
Y es que, aunque el sector agrario es el primero que viene a la cabeza cuando se piensa en cooperativas, lo cierto es que la mayoría son cooperativas de trabajo (el 75%).
La personas primero
Una de esas cooperativas de trabajo es la tarraconense El Far cooperatiu. La fundaron en 2019 Núria Loras y Cristina Rodríguez, ambas compartían una larga experiencia en el mundo del voluntariado y una misma manera de ver las cosas. Las dos dejaron sus respectivos trabajos a jornada completa para fundar la cooperativa. «Pensamos en la necesidad de poner la comunicación a mano de las entidades porque gran parte de su problemática parte de que no se ven, de que no se les reconoce suficiente». En breve incorporarán una tercera socia y ya tienen una trabajadora. El primer aniversario de la cooperativa les pilló confinadas en casa y, sin embargo, Loras explica que a ellas durante la pandemia les ha ido bien y han podido consolidar muchos proyectos.
Una de las claves es que su bienestar es importante; «más que ganar mucho dinero». El año pasado les tocó reenfocar algunos de sus servicios. «Eres muy consciente de la realidad, pero cuando hay problemas no es responsable una sola persona, sino que lo resolvemos entre todas». Además, también hay cooperación entre cooperativas, algo que les ha beneficiado. «No lo ves como competencia, esa capacidad de unirnos nos consolida», explica.
Una alternativa al cierre
Justo en el marco de esta crisis CoopCamp está buscando negocios que estén próximos al cierre por distintos motivos, desde problemas económicos a jubilación, para que puedan reconvertirse al modelo cooperativo y los trabajadores tomen el relevo. Para ello han firmado un convenio de colaboración con el programa Reempresa de la Generalitat que se dedica a ayudar a propietarios de empresas a traspasarlas a otros empresarios.
Tais Bastida explica que es clave detectar los casos lo antes posible. Por ello están informando de su iniciativa a cámaras de comercio y agencias locales de ocupación, aunque también han preparado materiales y organizado charlas gratuitas para el público general.
La entidad ofrece un itinerario para definir, primero, si la empresa es viable, hasta la constitución, los estatutos y la elaboración del plan económico y financiero.
Font: diaridetarragona.com